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22 de abril de 2014

Opinión Pública y Medios de Comunicación (II). Opinión Pública y Sujetos Políticos.

Antes de comenzar a esgrimir los parámetros o movimientos de la opinión pública y su determinación y posible control por parte de los agentes políticos hemos, necesariamente, referirnos a una contextualización espacio-temporal que nos ayude a entender la realidad en la que vivimos y en la que se origina la opinión pública.


En una actualidad marcada por una “crisis del Estado”, tradicionalmente considerado como centro del poder, éste es desafiado por una realidad global conducida, en apariencia irremediablemente, a un proceso agresivo de globalización. Este proceso limita la soberanía de los estados y, en consecuencia, la toma de decisiones. Por otra parte, la realidad de un mercado global, de expansión y de rupturas de fronteras provoca la pérdida de capacidad de intervención, siendo éstos los primeros pasos a una “crisis” de legitimidad política que debilita su influencia sobre los ciudadanos. En este sentido, podríamos apuntar a la aparición de un nuevo concepto de ciudadano, definido en el individualismo y en donde la identidad deja de ser fruto de la tradición, la etnia, la religión, sino más bien está ligado con el “consumo”, un consumo de mercado, amaneciendo un nuevo patrón de sociabilidad que se estructura en redes y se fundamenta en el individualismo “colectivizado”.

COMUNICACIÓN, PODER Y CONTRA-PODER

Partiremos de la hipótesis de que los medios de comunicación ejercen una influencia notable en la opinión pública. Para autores como Manuel Castells, la comunicación y la información constituyen fuentes fundamentales de poder y contra poder, de dominación y de cambio social. En este contexto aparece la “batalla por la opinión pública”, el control sobre lo que el ciudadano piensa, puesto que los pensamientos son los que constituirán las normas y los valores sobre los que se cimientan el orden social.

Atendamos en este sentido a un proceso explícito de la profesionalización de la política, en la emancipación de la élite, en donde el político se ha desligado de su origen o pertenencia a la Sociedad Civil. Por otro lado, nos encontramos con una Sociedad Civil, que integra la mayoría, y se somete al gobierno de las clases dirigentes y de sus juegos económicos. ¿Cuál es el criterio o el elemento que los conecta? En principio podremos destacar dos elementos fundamentales, la comunicación y el Poder, pudiéndose entender como conceptos análogos si entendemos la comunicación como el manejo de la información y el poder como conocimiento.

El sistema político funciona en la y desde la representación y vertebración de los medios de comunicación, a fin de la obtención de apoyos o la evasión de hostilidades por parte de los ciudadanos, puesto que éstos se convierten en meros espectadores y en consumidores del mercado político. Esto no significaría que el poder real se encuentre en manos de los medios de comunicación, sino más bien en las manos de quien los poseen, ejerciendo una influencia sobre la opinión pública de manera innegable.

Como elemento de apreciación y de interés analítico, sería interesante mencionar el incremento y aparición de medios de comunicación que ofrecen un tipo de periodismo ideológico, de carácter militante, ofreciendo un sesgo de la información con marcados componentes ideológicos, acercándose más a la propaganda que a la información. 

GRUPOS SOCIALES Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN

En los individuos, o ciudadanos, la percepción de la realizad es dada por los medios cuyo rol principal es el del ofrecimiento la  de la información. Los medios de comunicación son, por tanto, los responsables de transformar esta información en una realidad social visible, que en periodos anteriores de la historia se caracterizaba por su invisibilidad. La realidad que permite a los medios de comunicación el tener influencia es debida a que estos definen la realidad social y poseen la capacidad de provocar reacciones y sentimientos en el espectador. En este sentido la manipulación de la información puede provocar pautas de comportamiento e incluso suprimirlas. 

Un hecho innegable es que la sociedad contemporánea está permanentemente conectada a los medios, ya sean estos audiovisuales, de prensa escrita o por Internet, considerado hoy en día “el gran medio” de comunicación y de interconexión social. Es por tanto que los medios no pueden ser concebidos como un ser apartado del arraigo cultural y de otras instituciones sociales.

De este modo, atendemos al concepto de mediatización en el que la sociedad se sumerge, recibiendo el poder de la influencia de los medios en puntos clave como la política, la cultura, el consumo, etc., todo ello constituido en la evolución del comportamiento de la sociedad moderna. Parece evidente que somos espectadores de una mediatización comportada por medios de comunicación ligados, explícitamente a medios económicos que, a su vez, controlan el Poder Político. Esto constituye una paradoja en la que los fines se confunden con los medios y viceversa, una paradoja en la que los medios de información se enfrentan a un claro replanteamiento en pos de su determinación y objeto, una paradoja en donde, en ocasiones, los términos se confunden y pierden su valor semántico.

Es por ello que los medios de comunicación se establecen como actores político-sociales, emisores de información, en teoría, plural e independiente. Este papel fundamental de transmisor de información se motiva en la creación de opinión y, no obstante de actuación, además de la transmisión de valores, en este sentido, de carácter político. Se podría interpretar estas transmisiones como influyentes en tanto en cuanto comportan modelos de control social, presuponiendo, no obstante, intencionalidad por parte de los agentes políticos, fundamentalmente en periodos de agitación política como pudieran ser durante las campañas electorales, en donde grupos políticos y partidos transmiten de forma directa e indirecta información y propaganda.

Por otra parte, hemos de atender a la capacidad de actuación de la masa social, no debiendo entender a ésta como un ser pasivo. La sociedad no se constituye como ser inerte y sin conciencia, sino que interactúa y se comporta según sus propios criterios y dinámicas, no es un mero ente amorfo, homogéneo e indiferente que obedece ciegamente al esquema del “estímulo-respuesta” sino que posee su propia conciencia social y es capaz de actuar e interactuar bajo sus propios criterios y organizaciones propias. Esto se ve reflejado en la incidencia de organizaciones sociales con sus debidas actuaciones que asumen objetos de actuación directa y de inter-actuación con entes como la clase política, a pesar del control de la información, presupuesto en nuestro planteamiento, por parte de esta misma.

Evidente resulta la ruptura del equilibrio antes expuesta, ya que la “masa social” da pasos hacia el control de la información y la generación de la misma. La aparición en las últimas décadas de nuevos medios, fruto de la evolución tecnológica de las comunicaciones, ha supuesto la puesta en marcha de un nuevo sistema de valores políticos que van conducidos al descontrol de la información y a la generación de la misma desde niveles inferiores.  La aparición de las redes sociales conlleva consigo la información online, en directo, sin intermediarios, evitando, quizá en exceso, el sesgo por el que la información es dada en los medios de comunicación clásicos. 


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